Humberto Cruz
México, D. F.
28 de julio de 2009
Por más de cuatro décadas, y a punto de cumplir la quinta, el teatro Blanquita ha sido uno de los escenarios de mayor trascendencia en el espectáculo mexicano.
Desde su inauguración, el Blanquita, como también se le conoce, causó gran expectativa en el público al absorber gran parte del mismo, pues como recuerda Jesús Aguilar Rosas, boleador de zapatos de la zona, “era bolero ambulante cuando andaba yo con mi cajoncito, pero había harta gente […] y los reflectores del teatro empezaron a llamar la atención del teatro, este y… cuando este… me dedique aquí a bolear ya empecé aquí a bolear, entonces me fue muy bien ese día; bueno, más o menos fue en la tarde porque yo llegué aquí como a… al pus cuarto para las seis y me fui hasta las once de la noche y ese día me hice ciento ochenta y cinco pesos”.
A pesar de que el teatro Blanquita era un lugar que originalmente se creo para que acudieran las clases populares que trabajaban largas jornadas, éste también era concurrido por las clases medias y altas. No existían diferencias sociales. Confluían en este punto pues a pesar de que los precios eran relativamente bajos, 4 a 12 pesos, el Blanquita ofrecía buenos y numerosos espectáculos, representados por los actores que en ese tiempo gozaban y presumían de gran aceptación por parte del público.
Al respecto Jesús recuerda: “[…] sí pues de todo, pero si venía mucha gente humilde porque pus los precios módicos… exactamente, precios que eran baratos, cual más venían al teatro. Venían artistas, venían luego invitadas”.
Trampolín y plataforma
De esta forma, el Blanquita se convirtió en el escenario predilecto de los artistas, ya que éste realzó su popularidad consagrando, incluso, a muchos de ellos, como Libertad Lamarque y Tongolele.
Pero el teatro Blanquita, otrora Margo, no sólo presentó a personajes consagrados del espectáculo, también sirvió de plataforma para los que apenas comenzaban en la sinuosa carrera artística. “María Elena Velasco era bailarina y luego Don Julián de Medici que era el director artístico pos la ponía en los sketchs y ya después resultó siendo la India María, la esposa de Don Julián de Medici. Sí, la India María, se llama María Elena Velasco, María Elena Velasco, sí, ya pues aquí fue donde se fue formando”, comentó Jesús.
Auque las artes escénicas eran el fuerte del Blanquita, en los sesentas brillaron los músicos. Baladistas, rockeros, salseros y danzoneros, acaparando la atención del respetable, “como por 1962 vinieron la mayoría de rockanroleros que había, que empezaban: los teen tops, este… cómo se llama… Angélica María, este… Alberto Vázquez, Enrique Guzmán, Manolo Muñoz y otros artistas que no me acuerdo pero que aquí trabajaron”, aclaró Juan, quien también reconoció que los cómicos; como María Victoria, Resortes, Mantequilla, Tin-Tan, entre otros, fueron personajes destacados de esta época, la de los sesenta.
Otro género que tuvo gran repercusión en los sesenta fueron los tríos. En el Blanquita se presentaron, por ejemplo: “Los Brios, Los Diamantes, Los Reyes y Los Ases”, exclamó nuestro interlocutor, al momento en que daba “bola” a un cliente.
Cuba en el Blanquita
Entre los grupos mexicanos de esta línea, la Sonora Santanera fue la más representativa, pues aunque estaba en sus inicios, su música fue un imán perfecto dentro de la cartelera que ofrecía el Blanquita.
La lucha contra la represión no afectó al Blanquita
En los sesentas, la lucha contra la represión se manifestó en todo el mundo. Jóvenes que idealizaban su libertad se cansaron de callar. En México, fue a finales de esa década cuando los jóvenes se revelaron a un gobierno autoritario: al gobierno de Díaz Ordaz.
Inscrito en este contexto, el teatro Blanquita, no se vio afectado por tal suceso. “no, no, no para nada. No por que pasó allá y aquí el teatro”. Incluso, Jesús argumenta, que desde 1960, el Blanquita tenía tres funciones los domingos, manteniendo esa continuidad a lo largo de esa década.
Jesús asegura que las funciones terminaban a la una de la mañana, y la gente se iba a cenar tranquilamente, por que no había vagos, ni delincuencia “como si fuera de día”.
Cuando el Blanquita cumplió 39 años, es decir hace 10 años, sufrió su primera y única remodelación con el fin de modernizar las instalaciones del mismo.
Esta idea surge a partir de que el Blanquita, como otros centros de espectáculos, pasó a formar parte del monopolio que ostenta OCESA, empresa que actualmente maneja al teatro, lo que resulta contraproducente, ya que los espectáculos que se ofrecen hoy en día son de menor que calidad que en sus años mozos.
Jesús, quien ha estado presente desde su inauguración, añora los años en que Félix Cervantes, era el dueño del Blanquita.
En esos tiempos, llegó a hacer amistad con algunas personalidades como Marco Antonio Muñiz, quien lo saludaba con la frase: “quihubole bolas”, o Julio Jaramillo de quien recuerda: “yo le compraba su botella, yo me las guardaba y me las metía para dentro, le compraba yo su botella, pues a ese cuate le gustaba mucho tomar, tomaba antes de trabajar, se echaba sus [ ] y cantaba muy bien y era muy buen artista, pero pus… digo, el vicio ya ve que es canijo como dice el dicho y le entraba antes de… tomaba y me llamó, órale Bolas y yo órale vente a traer, y yo y me daba mi buena propina”.
Así mismo, ha conocido a otros personajes como Vicente Fernández; Francis; Carmen Salinas, de quien dice era bonita; Fernando Fernández, hermano del Indio Fernández; Los Xochimilcas; Laura Oliva, de quien confiesa, lo cautivo con sus piernas. También conoció a El Piporro. Todos ellos, eran clientes frecuentes de Jesús.
* El teatro Blanquita tenía otro nombre: Margo. La historia, según nos relata Jesús, “era el teatro Margo, por que su mujer de él se llamó Margo Sue, de Don Félix Cervantes, entonces este teatro le pusieron Blanquita por una nieta que tuvo… eh, que tiene por que todavía vive Blanquita, la del teatro Blanquita, o sea que le heredaron el teatro a la nieta, y por eso es el teatro Blanquita”.
* Tiene un aforo para 2 mil personas.
* Han participado en él (en los sesenta) artistas internacionales como; Celia Cruz, Ray Anthony, Bill Haley y sus cometas, entre otros.
* Durante esa década (sesenta), las programaciones duraban un mes en cartelera.
* En la actualidad, los precios van desde los doscientos setenta y cinco pesos, hasta los quinientos pesos.
* El teatro Blanquita, antes Margo, fue inaugurado el 27 de agosto de 1910. Su reinauguración como el Blanquita fue el 27 de agosto de 1960.